martes, 7 de abril de 2009

El mensajero no es lo importante...


En el mundo, las religiones se dieron el importantísimo papel de religar al ser humano con el Ser Supremo. La gran mayoría de las personas siguen alguna doctrina o por lo menos se ajustan al dogma que mejor se ajuste a sus necesidades y su forma de vida. En el mundo existen demasiadas religiones, cada una con sus propios profetas, santos y Avatares (encarnaciones de Dios).

Los cristianos y católicos declaran que por medio de Jesús, el Cristo, obtendrán la salvación y la felicidad eterna. Los musulmanes aseguran que por medio de seguir las palabras de Mahoma llegarán al Paraíso. Los budistas dicen que solamente siguiendo las enseñanzas de Siddartha, el Buda, alcanzarán la iluminación. Los taoístas afirman que será por medio de lasenseñanzas de Lao-Tsé que llegarán a la Eternidad.

Al igual que ellos, han existido más profetas, más santos, más Avatares: Quetzalcoatl, Krishna, Confucio, Rama, Zoroastro, Moisés, Orfeo y muchos más. Todos ellos han sido admirados y seguidos por muchos. El conflicto comienza cuando creemos que solamente el nuestro tiene la razón, y que todos los demás están en un error.

Al parecer el ser humano no ha podido darse cuenta de que todos los profetas, todos los santos y todos los Avatares son manifestaciones de lo mismo, del Infinito y Eterno. Cada uno de ellos ha hecho acciones maravillosas, han brindado el mismo mensaje, de paz, templanza, sabiduría y amor. Realmente el mensajero no es importante, lo que importa es el mensaje.

Todos ellos deseaban que conociéramos el mensaje. Aparecieron en distintos pueblos, distintas culturas y distintas épocas para entregarnos el mensaje. Ellos han sido los Grandes Maestros, que han enseñado el camino a la liberación.

No importa a que Maestro sigas, su mensaje es el amor y la armonía. Todos ellos trascendieron, no sin antes dejarnos su sabiduría para que los siguiésemos. Todos ellos eran parte de lo mismo, trabajan en el mismo bando, tienen al más Grande Maestro en común.

Ahora, solamente hay que seguirlos, escuchar sus enseñanzas y lo más importante, entenderlas y hacer de ellas una realidad. El mensajero no es importante... El mensaje, si lo es...

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