lunes, 27 de julio de 2009

Científicos: Descubriendo el hilo negro

Muchas de las antiguas enseñanzas de las escuelas inicáticas fueron refutadas por el positivismo francés y sus adeptos. Calificadas como supersticiones, supercherías y charlatanería, cuestiones como el poder psíquico, el alma, la alquimia, la astrología, entre muchísimas otras, se convirtieron en "herejías científicas". Todo lo que no era medible, cuantificable y demostrable no se consideraba conocimiento verdadero, y estas enseñanzas, al no poderse demostrar, medir ni cuantificar, fueron rápidamente arrojadas a la basura; muchas de ellas, a pesar de haberse demostrado mediante experimentos frente a cientos de expectadores.

Sin embargo, algunos siglos después, los científicos descubrieron el hilo negro: por la física cuántica se dieron cuenta de que los pensamientos son energía, al igual que toda la materia, y que por medio de la energía de los pensamientos tenemos el potencial de alterar nuestro medio y a nosotros mismos. Lo que antiguamente tenía el nombre de magia, que era algo invisible que servía para modificar el ambiente, hoy lo llaman energía. Lo que antiguamente se denominaba como conjuro o hechizo (que también funciona con la oración), no es más que el poder de la energía de la concentración en un estado mental elevado. Este mismo descubrimiento acredita disciplinas como la meditación, el yoga, la acupuntura, el reiki, la homeopatía, entre otras varias.

Otro "descubrimiento" es el de la influencia de los astros, pero que niegan a reconocer como astrología. La revista Quo en una de sus ediciones recientes tenía en portada un artículo que decía "Como el Sol influye en tu vida, y no es astrología", en él, mencionaban que conforme las personas nacen en el año, la posición del sol influye directamente en algunas deficiencias y posibles enfermedades, así como en cuestiones de personalidad. Con todo respeto para el escritor del artículo y el editor de Quo, esos son tan sólo algunos aspectos de lo que la astrología contempla en sus saberes, por lo tanto, aunque deseen sentirse muy científicos al no llamar a esto astrología, sin duda alguna eso es.

La astrología por supuesto que tiene su base científica. Muy recientemente se ha descubierto que el sol, la luna y los planetas son fuentes de energía, ejercen gravedad y transmiten ondas electromagnéticas entre sí. Cada uno posee cierta polaridad y transmite a determinada frecuencia sus ondas. El cerebro humano funciona por medio de impulsos electromagnéticos y actúa como un receptor de la influencia externa de los astros más cercanos al momento de salir del vientre materno al nacer.

Tan sólo hay que observar a la luna y sus efectos sobre la masa oceánica, a la que hace subir de nivel por medio de la gravedad que ejerce. Si la luna puede hacer esto con el agua del óceano, que es una enorme masa, ¿qué no hará con los seres vivos que estamos conformados por agua? La respuesta es que altera los estados psíquicos, esto lo vemos en los seres humanos, ya que cuando hay luna llena es cuando se registran más accidentes, crímenes, nacimientos y personas teniendo relaciones sexuales.

Lo anterior son sólo un par de ejemplos, abordados de manera bastante superflua, ya que no es misión de este escrito el dar razones científicas de hechos poco conocidos, sino el demostrar que los conocimientos están ahí, desde hace miles de años, y no importa cuanto se esfuercen en negarlos y tratar de desprestigiarlos, ahí sguirán, como parte de una verdad ya conocida.

No existe nada en este mundo que sea sobrenatural, que se encuentre por encima de las leyes naturales, sólo que no tenemos suficiente ciencia para descubrir las causas de muchas cosas, para responder preguntas: cómo, por qué. La ciencia se ha cerrado para muchas cosas por la gente que la hace, los cientificos reniegan, siendo que es su trabajo dudar, abrirse a las posibilidades, ya que éstas son infinitas. Actualmente, la ciencia ha redescuierto muchas cosas que nuestros ancestros ya sabían. Nuestros modernos científicos descubren el hilo negro.

jueves, 2 de julio de 2009

La Madre olvidada: La Naturaleza

La Naturaleza, como bien sabían nuestros antepasados, es nuestra primera Madre: Ella nos da alimento, techo y sustento; nos brinda su cuerpo para arar, sus frutos para comer, sus materias para hacernos más fácil la vida. Fue por ello que la primera manifestación palpable de la Divinidad fue la Gran Diosa Madre, que podemos observar tallada en piedra en la tan famosa "Venus de Willendorf".

Y es que los primeros dioses de la humanidad eran regentes del rayo, el sol, la tierra, el río y aquellas fuerzas primarias que interactuaban en el mundo, capaces de dar la vida y quitarla. Actualmente, esta situación primaria de la humanidad vuelve despreciativo al hombre, que habla de superstición e ignorancia de nuestros ancestros, y con esta despreciación de las antiguas deidades, también viene inmerso ese desprecio por la Naturaleza, que sufre por la falta de visión y la ambición excesiva del hombre moderno.

Los Sioux, uno de los tantos pueblos nativos de lo que hoy es E.U.A., llamaban Madre a la Tierra y decían: "Todo paso que damos encima de ti debería darse en forma sagrada, cada paso debería ser una plegaria" La visión occidental del mundo, nos dice que la naturaleza es salvaje y debe ser domada por el hombre, sin embargo, los pensadores sioux mencionaban: "Sólo para el hombre blanco es un territorio "agreste" e "infestado" de animales "salvajes" y "gente bárbara". Para nosotros todo era gentil, la Tierra era hermosa y estábamos rodeados de las bendiciones del Gran Misterio".

Ciertamente la naturaleza es algo maravilloso. A veces hermosa, a veces terrible, pero siempre es algo fantástico. La Gran Madre fue manifestada por los antiguos mesoamericanos en Tonantzin y Coatlicue. La primera era la Madre bondadosa, que daba alimentos y sustento a sus hijos, la que los abrazaba y cobijaba en su lecho, la que los daba a luz y les infundía nueva vida; la segunda era la iracunda, la destructora, la que destruía y devoraba todo a su paso. Ambas, aunque pudieran parecer antagónicas, son facetas de lo mismo, son la Tierra que nos da, al igual que nos quita. Es la Madre que nos da a luz y que al final nos devora cuando regresamos a su vientre, para volver a salir en forma de algo más.

Todas las antiguas culturas tenían a su Gran Madre la Naturaleza en un pedestal muy alto. Todos los Avatares y personas iluminadas (no en un sentido búdico necesariamente) han mantenido esta idea viva. Ahí tenemos a Jesús ayunando en medio del desierto, rodeado de bestias; a Siddharta en medio de la selva bajo el Árbol Boddhi; a Ram meditando en lo profundo del bosque.

Una figura que resulta recurrente es la de San Francisco de Asís, uno de los grandes hombres iluminados. Él se encontraba en una unión mística con la Naturaleza, a la que él concebía como el más grande regalo de Dios. "Todos están obligados a la pobreza para vivir la experiencia de todas las cosas como un don, tal como hacen los animales". Francisco apreciaba a toda la Naturaleza como una hermana suya y a todo lo que formaba parte de ella como sus hermanos, viéndose siempre rodeado de aves, ardillas y animales del bosque, incluyendo al terrible lobo de Grecchio que también consideraba su hermano.

La mitología nos brinda también, dioses cornados o astados, Grandes Espíritus protectores de la naturaleza. El Pan y Sileno griegos; El Fauno y Silvano romanos; El Cerunnos celta; sus hijos, los sátiros, silenos, faunos y duendecillos... Todos ellos son manifestaciones de la potencia y energía masculina de la naturaleza. Indomables, libres llegando al libertinaje, alegres y lujuriosos, así son los espíritus de la Naturaleza, porque no hay nada en el mundo que detenga la acción natural, la vida llama a la vida y engendra más vida; éste es el significado del Dios Natural.

Y es que la Naturaleza, cuyo sinónimo es Vida, no puede ser controlada, la vida no se controla, se vive. Los seres humanos luchamos por controlar la vida y en nuestra lucha enfrascada la destruimos. Y aún cuando no deseamos que la hierba crezca en medio de la acera y nos empeñamos por cortarla, eso sólo nos demuestra el gran milagro de la Naturaleza, que siempre busca el equilibrio, sin excepción.

La Madre Naturaleza debe volver a nuestros altares, de manera literal o simbólica, si deseamos que sobreviva y si deseamos sobrevivir. Debemos darnos cuenta de que somos parte de la Naturaleza. Aún cuando nos esforcemos demasiado en colocarnos por encima de ella, como sus dueños y dominadores, somos en realidad sus hijos. Es momento de despertar y reaccionar, de recordar a la Madre olvidada, la Naturaleza.

"Sólo obedeciéndola, se doblega a la Naturaleza"
Francis Bacon