miércoles, 24 de agosto de 2011

¿Cuentos?

Un anciano, consciente de su muerte próxima, decide dividir sus bienes entre sus tres hijos. Al mayor a pesar de ser un abusivo, le tocó el molino; al segundo hijo, a pesar de ser un perezoso, le tocó el burro; y al más joven, que era bueno e inocente, le tocó el gato. Mientras los dos hermanos más grandes se burlaban del joven, él estaba sumamente preocupado, pues no sabía qué hacer con la parte de la herencia que le había tocado. De repente, el gato le dice: -No se preocupe mi señor, sólo déme un saco y unas botas y verá que sus bienes no son tan pobres como cree.

¿Raro no? Un gato parlante cuya habilidad más sorprendente no es la de hablar, sino que posee una astucia sin igual y un talento con la espada capaz de desafiar a los caballeros más experimentados del rey. Su intelecto peculiar le permite convertir a su amo, de un simple hijo de molinero sin nada en el mundo, en el Marqués de Carabás, con grandes extensiones de tierra, un majestuoso castillo y el favor del monarca.

Si bien, muchas veces consideramos a los cuentos como meras invenciones literarias, muchos de ellos tienen símbolos detrás y algunos incluso, resultan ser relatos folklóricos, de eventos que alguna vez sucedieron "hace mucho tiempo, en un país muy lejano". Probablemente la fascinación y temor de la gente de la edad media hace que actualmente veamos relatos de la época como meras creaciones imaginarias o en el peor de los casos "alucinaciones por cornezuelo".

Pues bien, si analizamos la historia del "Gato con botas" de Charles Perrault, nos daremos cuenta que el felino representa a un "familiar", y no me refiero a un primo o tía; se les llamaba "familiares" a los espíritus que acompañaban a un brujo o hechicera, generalmente durante sus trabajos mágicos. Se pensaba que era una forma material del alma del practicante y generalmente asumía la apariencia de un gato o lechuza. Durante la gran cacería de brujas en Europa, muchas mujeres fueron halladas en compañía de gatos, que al momento de la aprehensión huían y a pesar de la ejecución de las supuestas brujas, se decía que su alma (en forma de gato) había escapado para seguir cometiendo calamidades.

En otras circunstancias, algunos pensaban que el familiar no era el alma del hechicero en sí, sino un espíritu ajeno a él que se escondía bajo una forma animal. Muchos magos se jactaron de haber vencido criaturas mágicas, que al ser derrotadas pasaban a un estado de servidumbre. Hadas, duendes, trolls, demonios e incluso el mismísimo diablo, fueron concebidos bajo apariencia animal, la mayor parte de las veces como gatos.

Regresando a la historia, el anciano sabía que entre sus hijos, el único que realmente valía la pena era el más joven, razón por la cual le dejó su posesión más valiosa: su espíritu familiar. Fuera el alma de su difunto padre, un hada o incluso un demonio; el gato logra por medio de varias acciones ingeniosas hacer que el rey se fije en el joven, a quien llama "Márques de Carabás".

Sus acciones culminan al enfrentarse a un terrible ogro que era dueño de grandes extensiones de tierra, mismas que gobernaba con tiranía y horror. Mientras que ni siquiera el más osado caballero se atrevía a enfrentar al monstruo, el gato lo hizo bastante confiado. Este ogro era bastante versado en la magia y se rumoraba que podía cambiar de forma a voluntad. El gato lo enfrentó con su arma más poderosa: su intelecto. Pidió al monstruo demostrar su poder de metamorfosis hasta que el ogro se convirtió en un ratón y el gato se lo comió.

El joven se hace con el castillo y las tierras que pertenecían al ogro, convirtiéndose efectivamente en el Marqués de Carabás y casándose con la princesa. El gato vivió junto a él el resto de su vida, que estuvo llena de riqueza y felicidad.

Un caso que involucra gatos o mejor dicho, su ausencia, fue en un pueblo cuyo nombre se recuerda todavía, una villa llamada Hamelin, en Alemania, que en un tiempo se vio infestada de ratas al por mayor. No es de sorprender un hecho semejante en un poblado europeo del medioevo, ya que en muchos lugares se comenzaron a hacer no sólo cacerías de brujas sino también de sus "familiares", es decir, gatos y aves rapaces. Seguramente tal fue el caso en Hamelin donde una plaga de ratas azotaba el pueblo.

Entonces llega un forastero, un flautista que ofrece a los habitantes de la villa deshacerse de las ratas a cambio de una recompensa. Todos aceptaron la propuesta y el extranjero comenzó a tocar su flauta. Bajo su música las ratas salen de todos sus escondites y empiezan a amontonarse detrás del flautista, que las guia hasta el río Weser, donde mueren ahogadas.

En muchas historias se le atribuye a la música propiedades mágicas como ésta o incluso superiores. En el mito de Orfeo, el músico utiliza el sonido de su laúd para controlar a las bestias, incluso tan terribles como el perro del Infierno, Cerbero; con ella convence al inflexible Caronte, barquero del Inframundo, para que lo lleve del otro lado del Estigia; e incluso logra convencer a Perséfone y Hades, los sombríos reyes del mundo de los muertos para que dejen salir a su esposa, Eurídice.

La razón de esta "magia" proviene del hecho de que la música maneja las siete notas musicales, relacionadas con las siete frecuencias del Universo, las siete vibraciones con que el Cosmos se rige y que se encuentran relacionadas con los planetas Astrológicos, los colores del Arcoiris y los chakras en el cuerpo, entre otras afinidades.

El flautista sabía manejar bien su música para controlar a las ratas. Sin embargo, al ir a reclamar su recompensa, los aldeanos se negaron a dársela. Enfurecido, el músico se retiró del pueblo. Pero un día, mientras todos estaban ocupados en sus asuntos, el flautista apareció de nuevo y tocó su música, esta vez, encantando a todos los niños de Hamelin, que lo siguieron.

En algunos casos, se cuenta que hasta una cueva de donde jamás salieron; en otras versiones se dice que el flautista abrió una entrada en una montaña, que se cerró para siempre tras su entrada con los infantes; y todavía algunos mencionan que al igual que con las ratas, el brujo y su flauta ahogaron a los niños en el río.

Esta historia en particular es muy interesante, ya que gran parte de los datos todavía se conservan y la memoria del pueblo todavía guarda esa historia como algo que realmente ocurrió. En una inscripción de 1602 en Hamelin se lee:

En el año de 1284 en el día de Juan y Pablo
siendo el 26 de junio
por un flautista vestido con muchos colores,
fueron seducidos 130 niños nacidos en Hamelin
y se perdieron en el lugar del calvario, cerca de las colinas.

Esta inscripción se dice estar basada en un testimonio visual, que un hombre llamado Decan Lude aseguraba en 1384, había sido una vivencia de su abuela, que quedó plasmada en un libro de versos corales escrito por ella. Cabe mencionar que una ley-costumbre de Hamelin prohibe cantar o tocar música en una calle llamada Bungelosenstrasse, adyacente a la denominada "Casa del Flautista" por respeto a las víctimas del músico-brujo. ¿Bastante importancia a un cuento, no lo crees?

En muchas interpretaciones, se alude a que el flautista era un brujo cuyo poder residía en su flauta, con la que era capaz de encantar a cualquier criatura que desease. Aunque también se dice que era un demonio o el diablo mismo, una creencia compartida por autores como Marcel Schwob, quien en su "Relato del papa Inocencio III" escribió:

"Como sabéis, Señor, el maligno se apodera gustoso de los niños. En otro tiempo adoptó la figura de un cazador de ratas, para arrastrar con las notas de música de su caramillo a todos los pequeñuelos de la ciudad de Hamelín. Unos dicen que aquellos infortunados se ahogaron en el río Weser; otros, que los encerró en la falda de una montaña".

Como podemos observar, un simple cuento que generalmente se les narra a los niños antes de dormir tiene algunos elementos muy significativos y hasta cierto punto curiosos, que tratan de definir sucesos y personajes fantásticos, pero muy bien definidos en el contexto de la fauna mitológica. Ejemplos hay bastantes, sólo es necesario observar con detenimiento. Y si bien, no es posible ni sensato afirmar que algo de esto realmente fue un hecho, no cabe la menor duda de que en los cuentos hay más que sólo imaginación plasmada en historias. Entonces, ¿Cuentos?


miércoles, 1 de junio de 2011

Dos historias cortas de amor

Nuestra alma gemela

Los antiguos decían que al principio, el ser humano era aún más semejante a Dios de lo que es ahora, ya que era hombre y mujer al mismo tiempo, uno solo. Sin embargo, esta condición los hizo anhelar estar en el cielo, con los demás dioses. Entonces comenzaron a escalar por las laderas del Monte Olimpo, tratando de invadir el terreno celeste de Zeus y los otros olímpicos.

Entonces Zeus se dio cuenta, de que para completar su destino y seguir su plan, los seres humanos debían estar divididos, debía separar las dos partes integrales de aquellos hechos a su semejanza. Con su rayo fue partiendo uno a uno en dos pedazos, dividiendo el corazón y alma de los seres humanos por la mitad.

Desde ese entonces, cada hombre y mujer de este mundo busca y lucha por encontrar a su otra mitad, aquella de la que han sido separados desde antes de nacer, para volver a ser uno solo y volver a ser como dioses, felices y dichosos, latiendo con un mismo corazón y creciendo con una misma alma.



Eros y Psiquis

Dicen que hace mucho tiempo, existió una hermosa doncella, llamada Psiquis. Ella era sin duda, la cosa más hermosa sobre la tierra, tanto así, que los hombres de todas las edades murmuraban: “Esa doncella es incluso más bella que la misma Afrodita”.

Afrodita era la diosa del amor y la belleza, pero como el amor mismo, era muy voluble y caprichosa. Al escuchar las blasfemias en su contra, ideó un plan. Envió a su hijo, Eros, a que disparara una de sus flechas a la desdichada muchacha para que se enamorara de un asno. Pero la diosa no contaba, con que su joven y gallardo hijo se enamoraría de la doncella. Así que no hizo lo que su madre le había pedido.

Por el contrario, mandó al Eolo, dios del viento, para que la llevara a su palacio en el cielo. Ahí ella disfrutaría de la comida más deliciosa, la más bella música y las cosas más exquisitas, siempre atendida por seres invisibles cuyo amo se tornaba invisible también, tratándola no como a una reina, sino como a una diosa. Sólo había una promesa: que ella nunca intentaría verlo cuando él durmiera por la noche. Eros no quería que ella lo amara por el hecho de ser un dios. La joven estaba muy feliz con su buen anfitrión y comenzó a enamorarse de él.

Pero Psiquis extrañaba a sus hermanas, así que fue llevada de nuevo a la tierra e invitó a sus hermanas a acompañarla al palacio celeste. Ahí, sus hermanas vieron las maravillas de las que gozaba y sintieron celos por su agraciada hermana. Entonces comenzaron a cuestionarla acerca de quién era el amo de ese palacio, “seguro es un horrible monstruo y por eso se torna invisible y no deja que lo veas mientras duerme en la noche”.

Insegura por las crueles acusaciones de sus hermanas, Psiquis se acercó esa noche al lecho de su amado con una lámpara de aceite y al acercarse vio la hermosa y resplandeciente figura de Eros, pero entonces, unas gotas del aceite caliente cayeron sobre el brazo de su amado quien despertó al instante. Ella intentó disculparse, pero ya era tarde, el dios desapareció de su vista decepcionado porque ella no había podido cumplir su promesa.

Psiquis acudió al templo de Afrodita para pedirle ayuda. La diosa se apareció y le dijo que no se molestara en buscar a su hijo, que nunca más volvería a verlo. Pero Psiquis insistió, entonces la diosa le dijo que para curar Eros de su herida debía buscar la caja de belleza que Perséfone tenía en su poder.

Psiquis se encaminó al Inframundo, de donde nadie regresa. Por consejo de Zeus, padre de Eros, la joven llevaba dos monedas y dos panes. Colocó una moneda dentro de su boca para pagar al barquero, Caronte, que la llevaría del otro lado del río infernal. Una vez allí, Cerbero, el perro de tres cabezas, guardián de la puerta, le impidió el paso, pero con un pan, lo distrajo un instante y pudo continuar con su camino.

Finalmente, llegó al palacio de Hades, señor del inframundo, dios de los muertos. Perséfone, su reina, estaba sentada en un trono junto a él. Psiquis les suplico que la ayudaran. El rey se mostró inclemente a sus peticiones, pero la reina, la vio con misericordia y le proporcionó lo que pedía. Tomó la caja de belleza y se la dio, pero con un aviso: “Por nada del mundo abras esta caja, deja de lado tu curiosidad”.

Psiquis retomó el camino de regreso. Dio el pan al perro infernal y la moneda al barquero. Siempre dudando, cuál era el contenido de la caja que le habían dado. Deseaba ver que había en el interior. Entonces, su curiosidad la consumió y miró dentro. Cuando vio su reflejo en el agua, se dio cuenta de que ahora era anciana y marchita.

Se entristeció sobre manera, ni amor, ni belleza. Fue a dejar la caja de belleza al templo de Afrodita, quien estaba muy sorprendida de las proezas de la joven por obtener lo imposible. Curó el brazo quemado de Eros y le contó todo lo que Psiquis había tenido que pasar.

Entre culpable y enormemente feliz por ver el sacrificio que había hecho la doncella, Eros emprendió el vuelo, lleno de alegría y fue a buscar a la mujer que amaba. Psiquis estaba con sus hermanas, que se regocijaban de su desdicha. Entonces el dios la llamó, la abrazó y entonces su vejez desapareció y recuperó su belleza. Se miraron y se dieron un apasionado beso. Se casaron con la bendición de Afrodita y Zeus.

Desde entonces, ambos vuelan por el cielo, eternamente enamorados, recordando a todos que el amor lo vence todo, porque no hay otra fuerza que lo iguale y que el alma (psiquis) no puede vivir sin amor (eros).