miércoles, 21 de marzo de 2012

Perséfone: símbolo de la psique

Perséfone era una joven y bella diosa, hija de Deméter, señora de los campos y la fertilidad. Como toda joven, Perséfone quería salir a divertirse, sin embargo, su madre no se lo permitía. Siempre la tenía a la vista, no dejándola sola ni por un instante, para cuidarla bien; siempre prohibiéndole hacer cosas, sobreprotegiéndola.

La joven diosa se sentía agobiada por el constante cuidado de su madre. Pero un buen día, logró convencerla de que la dejara en un prado para cortar flores, junto a sus compañeras, las ninfas. Deméter de mala gana la dejó quedarse sin su supervisión, con la promesa de que no se movería del prado hasta su regreso. Pero lo que ninguna de las dos se imaginaba, es que estaban siendo observadas muy de cerca.

Desde las profundidades de la Tierra, Hades, señor del Inframundo, había visto a la radiante y hermosa Perséfone y se había enamorado de ella. Cuando Deméter dejó a su hija en el prado, el suelo se abrió, revelando al obscuro dios, montado en un carruaje tirado por dos córceles negros como la muerte. Mientras varios autores nos dicen que el Rey del Inframundo la raptó, Ovidio nos cuenta, que al verlo, Perséfone sintió “un funesto deseo” de seguirlo, enamorándose de él y acompañándolo voluntariamente al Inframundo, el reino de los muertos.

Deméter regresó al campo pero no encontró a su hija. La buscó por todos lados sin hallarla. Entonces, desplegó toda su ira y su tristeza contra la Tierra, “si no puedo ser feliz con mi hija, entonces no habrá cosechas ni calor”. Así, mandó al Viento del Norte a que soplará su gélido aliento sobre los campos y no hubo alimentos, ni dicha, ni nada.

Mientras tanto, Perséfone disfrutaba a lado de Hades, que le ofrecía su amor incondicional, además de presentes de oro y piedras preciosas, que eran de su propiedad, al ser señor de las riquezas subterráneas. Ella se encontraba muy a gusto a lado del dios que tanto amaba. Él le ofreció unas semillas de granada para calmar su hambre. Pero lo que ella no sabía, es que quien come los frutos del Inframundo no puede salir jamás de ahí.

Pero Deméter había sido avisada por Helios, el dios Sol, que Hades se había llevado a su hija. Entonces se dirigió a ver a Zeus para que arreglara el asunto. Lo que el rey del Olimpo dictaminó fue que, ya que Perséfone había comido seis semillas del Inframundo, debía permanecer la mitad del año con su esposo en el Inframundo y la otra mitad en la Tierra, junto a su madre.

Una primera lectura del mito, claramente hace referencia a las estaciones del año, en que la luz y el calor desaparecen de la tierra en invierno para regresar en primavera, propiciando el crecimiento de las plantas y por ende, el alimento y el sustento de la vida. Pero es posible encontrar varias referencias psicoanalíticas.

Al hacer un análisis de los personajes del mito, podemos observar a Deméter como la madre controladora, la que le dice siempre y en todo momento qué hacer a su hija, llenándola de prohibiciones e inhibiciones. Cuando su hija desaparece, Deméter desata su furia, castigando a la Tierra con hambruna y malestar. Algo muy comparable a la instancia psíquica del Superyó, que se forma por medio de lo que la sociedad, la familia, los amigos, el Otro, nos dice, comenzando por nuestra madre.

El Superyó no permite al Yo ejecutar acciones fuera de su dominio, y generalmente se encarga de controlar, reprimir, censurar; cosas que Deméter, la madre sobreprotectora y controladora se encarga de hacer con Perséfone. El Superyó es una entidad psíquica que trata de hacer las cosas "como deben hacerse", como es "correcto". Cuando la persona cae en una falta, éste se encarga de recriminar por medio de la culpa y la vergüenza.

Por otro lado, está Hades, señor del Inframundo. Él provoca el “funesto deseo” en Perséfone, él es todo lo que ella ha anhelado y querido. Así que se escapa con él al Inframundo, las entrañas de la Tierra, mismas que se relacionan con el vientre materno, que es un estado ideal, donde no nos falta nada. Hades es la personificación del Ello en este relato, quien le da la opción a Perséfone de escapar del control de su madre y más importante, de cumplir sus deseos.

Entre otras funciones, además de ser el señor de los muertos y de lo invisible, Hades es también un señor de la sexualidad, de la energía sexual, de la libido. Su poder es grande y capaz de atraer a Perséfone, el Yo, atraído por el Ello. El Ello es la instancia psíquica que en un primer momento tiene como propósito cumplir nuestras necesidades, pero más que eso, de realizar nuestros anhelos y deseos. Perséfone al permanecer junto a Hades está feliz, llena de júbilo y no necesita nada más. Ella es el Yo. Sin embargo, Deméter, el Superyó, la reclama nuevamente.

Perséfone al igual que el Yo, no puede permanecer eternamente en el Ello, en el principio del deseo, sino que tiene que encarar su destino y hacer frente al principio de realidad que está más allá de sus sueños, en lo tangible. De lo contrario, el Yo se perdería en la obscuridad de los mundos inconscientes, en la psicosis.

En oposición al mundo terrestre luminoso, que simboliza el plano consciente, el Inframundo representa el mundo Inconsciente, vasto y obscuro. Recordemos que es el mundo invisible, insondable, a donde muy pocos héroes han conseguido entrar y salir con vida. Hades, el rey de ahí, posee el casco de la invisibilidad, con el que puede estar en todos lados y en ningún lugar al mismo tiempo.

El mundo subterráneo es el lugar donde las plantas tienen crecimiento, es la base del mundo de arriba, del consciente, más pequeño y limitado. En tanto que la Tierra tiene confines, el Inframundo es el reino sin fin conocido, que se pierde en las llanuras del Erebo, donde sólo hay obscuridad.

Es interesante destacar, que algunos de los ríos del submundo son el Leteo, río del olvido, y el Mnemos, el de la memoria; recordándonos el proceso tanto de concientización del inconsciente como de la inconcientización del consciente. Así mismo, una cuestión muy interesante son algunos de los siervos de Hades: Hypnos, el sueño, y su hijo Morfeo, el que hace soñar. Ambas potencias del obscuro mundo manifiestan su contenido por medio del sueño, demostrándonos nuestros deseos bajo una capa simbólica, en tanto que el contenido latente permanece en las tinieblas del Erebo.

El Mito de Perséfone, la diosa que está entre la Tierra y el Inframundo, entre Deméter y Hades, no es sólo una historia astronómica y agraria, sino también, una forma simbólica de expresar conceptos psicoanalíticos, de las entidades de la psique humana y la interacción que existe entre ellas. Un símbolo más del eterno juego de la mente humana, entre la consciencia y la inconsciencia, entre Superyó y Ello, entre Deméter y Hades: Perséfone.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Mythos y Logos

En la actualidad, muchas personas, incluso varias de ellas preparadas, con estudios y un bagaje más amplio de conocimientos, piensan en el Mito como una fórmula vacía, una invención falaz generada por hombres "primitivos" para explicar lo que no podían ó un engaño de sacerdotes para tener al público dominado, sea como sea, se observa como una mentira.

¿Cuántas veces hemos escuchado "mito o realidad" ó "mito o verdad", o semejantes? Bastantes diría yo. En nuestras sociedades modernas, el Mito ha pasado a convertirse en algo imaginario, fantástico y falso. Algo que se opone a la razón lógica, a la ciencia y al conocimiento. Pero la realidad, es otra muy distinta.

La palabra "mito" proviene del griego mythos (μῦθος) que significa "Palabra, historia, narración". En la antigüedad, estas historias se guardaban con recelo y se veían como algo sagrado. El Mito, fuera de ser una historia "simple" y "primitiva", en realidad es una construcción comunicativa muy compleja, una estructura estructurante que se vale de símbolos para expresar una verdad ineludible.

Los mitos utilizan al lenguaje como su herramienta fundamental, y de hecho, ellos mismos constituyen un lenguaje, de la misma forma en que hacen el habla, el texto, la música, el cine, la poesía, entre muchos otros. La cualidad permanente del Mito es la de encerrar varios significados dentro de sus símbolos, todo elemento proveniente de una historia mítica, llámese personaje, objeto, escenario y circunstancia, es un símbolo con mucho significado.

Probablemente podría resultar confuso que una construcción tan antigua como el hombre pueda ser tan compleja, pues en las teorías de la antropología evolucionista, los primeros homo sapiens eran poco más que animales, apenas descubriendo sus cualidades intelectuales. Sin embargo, los postulados del evolucionismo antropológico han sido rebasados (principalmente por Leroi-Gourham, arqueólogo y prehistoriador).

El arte rupestre del Paleolítico fue en sus inicios, interpretado por muchos como una "imitación de la realidad", sin embargo, se ha descubierto que en realidad, este arte prehistórico tenía una cualidad abstracta y mitológica. Una de las figuras más sorprendentes y enigmáticas es la del Dios astado: cara de hombre, astas de ciervo, manos de oso y cola de lobo; encontrado en varias cavernas y que no tiene ninguna referencia con lo "real".

Las cuevas del Paleolítico fueron sin duda los primeros templos, y los artistas, los oficiantes del culto, los chamanes encargados de guardar el conocimiento sagrado expresado en sus mitos. Los hombres prehistóricos no eran ni simples ni ignorantes, por el contrario, tenían todas sus facultades intelectuales desarrolladas y tan complejas como las tenemos nosotros hoy día. El pensamiento "mágico" que los rodeaba no era más que una forma metafórica de observar la realidad y no una evasión de ella.

Para el griego, el egipcio, el sumerio y el hindú de la Antigüedad, el Mito, una forma simbólica, expresaba una realidad inefable, inalcanzable. Cuestión que Carl Gustav Jung expresó de manera muy clara en su texto El hombre y sus símbolos:

“(El símbolo) Tiene un aspecto inconsciente más amplio que nunca está definido con precisión o completamente explicado. Ni se puede esperar definirlo o explicarlo. Cuando la mente explora el símbolo, se ve llevada a ideas que van más allá del alcance de la razón. […] usamos constantemente términos simbólicos para representar objetos que no podemos definir o comprender del todo”.

Por otro lado, la razón etimológicamente proviene de logos (λóγος) que en griego viene a ser coincidentemente "Palabra, discurso". En un primer sentido, la razón no se veía como algo diametralmente opuesto al Mito, como se hace hoy día, sino que era una manera diferente de percibir y concebir al mundo. Una alternativa, pero no algo superior, que actuaba a partir del lenguaje literal (científico), de la experimentación y la observación de los fenómenos para explicar los hechos, no las ideas.

Aunque en la actualidad le damos mucho peso a la razón y al intelecto, este hecho proviene de una serie de factores políticos, económicos y sociales, la razón no suple ni se superpone al Mito, como lo explica Gadamer (Mito y razón): "El paso del mito al logos, el desencantamiento de la realidad, sería la dirección única de la historia sólo si la razón desencantada fuese dueña de sí misma y se realizara en una absoluta posesión de sí. Pero lo que vemos es la dependencia efectiva de la razón del poder económico, social, estatal. La idea de una razón absoluta es una ilusión".

En realidad el Mito y la razón, mythos y logos, son procesos análogos para concebir y percibir al mundo. El lenguaje mítico ciertamente no puede tomarse de manera literal, como en el caso del logos, pues está basado en símbolos. Una narración mítica está precisamente codificada para comunicar a quien sepa interpretar, de igual forma que una metáfora o una analogía, pero de forma muy profunda y compleja.

Quien realmente piense que "La Tierra fue creada en 6 días y Dios descansó al séptimo" o intente desacreditar eso por ser algo "absurdo", está totalmente equivocado. En palabras de Joseph Campbell (Las máscaras de Dios vol. I: Mitología primitiva): "Cuando un mito se ha tomado literalmente, su sentido se ha pervertido, pero también recíprocamente, que cuando se ha desdeñado como un mero engaño de sacerdotes o como signo de inteligencia inferior, la verdad ha salido por la otra puerta".

El logos, la razón, siempre podrá ser referida para conocer lo cognoscible, lo palpable, los hechos. Sin embargo, existe un mar inmenso de cosas intangibles, abstractas y etéreas que no pueden ser alcanzadas por palabras, pues ni siquiera el lenguaje da para tanto. Esas mismas cosas sólo pueden transmitirse en metáforas, analogías, parábolas, símbolos, mitos. El Mito es la realidad penúltima, penúltima porque la Última no es traducible en palabras o imágenes, está más allá de nuestra comprensión e imaginación, y es precisamente el Mito, capaz de llevarnos al límite de esa etereidad.


"Lo que es verdad en la razón, no lo es menos en el mito"

Jean Pierre Vernant (1914-2007. Filósofo e historiador)